martes, 17 de abril de 2007

Realidad

Una visión de, Ensayo sobre la ceguera, de José Saramago

Ensayo sobre la ceguera
, título algo llamativo, que después de leerlo se comprenderá que las palabras y el contenido, mejor dicho, el significado, presentan cierta filosofía de la realidad. Este libro, cuyo autor es el novelista portugués José Saramago, es como un espejo inmenso frente a los que observan y a los que ven pero sin observar, donde se refleja la realidad social.
Es cierto, que los prejuicios oscurecen el raciocinio, pero, Ensayo sobre la ceguera no es un prejuicio sino una filosofía llevada a una ficción, de tal manera, que nos demos cuenta de que vivimos con los ojos vendados, o de que en realidad, tenemos unos ojos límpidos, pero, dicho de cierta manera, no lo usamos. Y que esta ceguera, por así decirlo, va contagiando de a pocos a los que se dejan, es más, creo yo estar contagiado, será poco o mucho, no lo sé.
La generosidad y el altruismo son dos de las mejores de las características del genero humano, es lo que está escrito en el libro, tal vez esas características sean conocidas y practicadas, pero yo me pregunto, serán practicados por aquellos indiferentes e interesados que solo quieren conseguir poder y riqueza, cuando pasen cerca de un hombre sentado en la esquina de la calle con unos andrajos cubriendo el delgado, débil y desnutrido cuerpo, pidiendo, Unas cuántas monedas, por favor. O mejor aún, cuando vea a un niño siendo castigado cruelmente por su padre, ahora no es cuestión de observar sino de actuar, tendría el valor de aproximarse y decir, Deje en paz al niño. Y así, oportunidades que se presentan, pero a veces no ponemos en práctica esas características del ser humano.
Habituado a vivir estamos en este mundo, donde no nos reconocemos y nos vamos perdiendo en la oscuridad que nosotros mismos la hemos creado. La falta de sentido o de razón nos está matando, por así decirlo, cada vez más en este mundo inestable, hostil y cambiante. Seamos capaces de hacer posible lo imposible, dicen aquellos, pero yo les preguntaría, Que están haciendo ustedes por realizar tal hazaña.
Los ojos no son más que unas lentes, como un objetivo, es el cerebro quien realmente ve. Tal renglón, extraído del libro Ensayo sobre la ceguera, es como decir y como ya sabemos, las manos hacen el trabajo, y el que las dirige es el cerebro. Somos como forasteros que pululan en el lugar escaso de sosiego, por la inquietud de saber nuestra verdadera esencia.
José Saramago nos obliga, eso no quiere decir recurrir a la coacción, a reflexionar, que, estemos donde estemos, la realidad será tal y cual es. Que no nos sintamos mediocres, y dejar al olvido lo que éramos, unos mediocres, y empecemos a cambiar, que de los errores se aprende.

Vela que va delante, alumbra por dos. Esta frase, también escrita en el libro, pues supongo yo, que en esta oscuridad, por no decir nefasta realidad, quedan pocos ojos abiertos ayudando a que los ojos cerrados vieran la luz y observen la realidad. Y todo se va haciendo fácil, la tecnología avanza según avanza la ciencia, cuantitativamente sí, pero, cualitativamente a veces la ciencia tiene su lado negativo y se convierte en nuestro enemigo, preguntémosle sino ala experiencia vivida.
Otra frase. Quien parte y reparte y no se queda con la mejor parte, o es loco, o en el repartir no tiene arte. Loco y ambicioso será el que se queda con la mejor parte, porque a cuestas del que lo necesita más que tú, se lo quitas, y sería una injusticia.
Como dice Saramago en su libro Ensayo sobre la ceguera, tiene la verdad muchas veces que disfrazarse de mentira para alcanzar sus fines. Y es que la realidad, donde la justicia parece zozobrar, siempre encierra una verdad necesaria. La falsedad es de poca duración porque la veracidad se va presentando aunque la evitemos. Y si uno mismo quiere ser invidente, pues lo será por no pensar en las consecuencias, y no me refiero a la falta del sentido de la vista, sino a la ceguera intelectual, a no querer conocer la realidad social y a no querer saber quién es.
“Dentro de nosotros hay algo que no tiene nombre, esa cosa es lo que somos”. Conjunto de palabras con un cierto sentido y a la vez ambiguo. A veces nos es embarazoso y nos cuesta viajar a nuestro mundo interior, pareciera que nos quedemos nadando en la superficie del mar, y no nadar hacia el fondo, donde está lo más hermoso del mundo submarino. Nos hace falta, digámoslo así, una autocrítica y una autocorreción; observar, reflexionar y sacar a flote nuestra verdadera identidad como persona.
La naturaleza encierra al hombre, y el hombre encierra dos características esenciales apodícticas: el amor y la sensibilidad.

martes, 3 de abril de 2007

RECÓNDITO

RECÓNDITO


Sentado en un banco de madera pulida

con el resplandor del reverbero al centro de la plazuela
bajo el techo oscuro de la noche
regado de luminosas estrellas
donde cada estrella es una vida.

Yo me pregunto:

Por qué la verdad es como un redil
que a veces tratamos de huir pero no podemos.
Algunos piensan que escaparon de esa verdad
pero no saben que lo están viviendo.

Será tal vez el ofuscamiento

que nos tiene al borde del abismo,
caeríamos en la eterna profundidad
si sale a la luz nuestra probidad.

Hombre codicioso, hijo de la avaricia

medita en el sufrimiento ajeno,
en aquel cuerpo torturado por la pobreza
como siervo de la pena en el socavón.

Yo no sé por qué tanta discordia

en lugar de bondad,
por qué el fuego de aquellos ojos no cesa.
Todo es efímero
como cuando después de la noche es el día.

Y al amanecer, prefiero beber las gotas de rocío depositadas en la flor

y dar pan de varias semillas al hambriento.
Dar regazo y abrigo al enfermo
antes de verlo agonizar
o hacerle compañía hasta su último suspirar...